Hacer comparación entre la moral pre-moderna y la
moral moderna
Primero tenemos que saber el significado de la palabra moral pre-moderna, el término posmodernidad o postmodernidad fue utilizado para designar generalmente a un amplio número de movimientos artísticos, culturales, literarios y filosóficos del siglo XX, que se extienden hasta hoy, definidos en diverso grado y manera por su oposición o superación de las tendencias de la Edad Moderna.
Para Aristóteles, el conocimiento ético se articula en torno a dos conceptos: eudaimonía (la felicidad objetiva, la vida lograda), que es la finalidad de la ética, y virtudes (los modos de obrar necesarios para obtener esa plenitud de vida). No existe la noción de una “ley moral”, asociada a un deber categórico, absoluto, aunque Aristóteles, como se verá más adelante, reconoce la existencia de algunas prohibiciones morales carentes de excepción.
Por su parte, el cristianismo y el judaísmo expresan la ética en los Mandamientos de la Ley de Dios. En esta tradición, el hombre justo, virtuoso, es quien “cumple los mandamientos”. El cristianismo y el judaísmo establecen un deber moral categórico, que consiste en obedecer los mandamientos.
En la modernidad el hombre admira el mundo y despierta del sueño del dogma, y tiene su visión en la razón, el hombre se vuelve un ser racional y cree exclusivamente en la razón para conocer la verdad y sospecha del dogma católico y teológico, el hombre en este período cree en la liberación individual para dirigir su destino y combate toda forma de monarquía absoluta, al poder económico y clases y grupos de clases, al poder del estado entre otros. En este periodo el hombre se libera de muchas cosas una de ellas es las supersticiones y cree que la infelicidad del hombre radica en la superstición y el miedo a hacer cosas contrarias al dogma religioso, el hombre cree en él y sabe que es capaz de cambiar al mundo con la industrialización, el progreso y se vuelve un hombre optimista.
El pensamiento filosófico occidental de la antigüedad acerca de la forma de vivir se centró en la cuestión del supremo bien: ¿qué vida es más plena y duraderamente satisfactoria? Si bien se pensaba que la virtud había de regir las relaciones de uno con los demás, el objetivo primordial era alcanzar el bien para uno mismo.
El cristianismo enseñó que sólo mediante la salvación podía alcanzarse el supremo bien, y complicó la búsqueda de éste insistiendo en la obediencia a los mandamientos de Dios. El cometido característico de la ética filosófica moderna se formó a medida que las ideas del supremo bien y de la voluntad del Dios cristiano llegaron a parecer cada vez menos capaces de ofrecer una orientación práctica. Dado que en la actualidad son muchas las personas que no creen, como los antiguos, que existe sólo una mejor forma de vida mejor para todos, y dado que muchos piensan que no podemos resolver nuestros problemas prácticos sobre una base religiosa, las cuestiones de la ética occidental moderna son inevitablemente aún nuestras propias cuestiones.
Si no hay un supremo bien determinado por la naturaleza o por Dios, ¿cómo podemos conocer si nuestros deseos son descarriados o fundados? Si no hay leyes decretadas por Dios, ¿qué puede decirnos cuándo hemos de negarnos a hacer lo que nos piden nuestros deseos y cómo hemos de proceder?
La filosofía moral moderna partió de la consideración de estos problemas. No hay una forma estándar de organizar su historia, pero puede ser útil considerar tres etapas en ella.
1) La primera etapa es la de separación gradual del supuesto tradicional de que la moralidad debe proceder de alguna fuente de autoridad fuera de la naturaleza humana, hacia la creencia de que la moralidad puede surgir de recursos internos a la propia naturaleza humana. Fue el tránsito desde la concepción de que la moralidad debe imponerse al ser humano a la creencia de que la moralidad puede comprenderse como autogobierno o autonomía del ser humano. Esta etapa comienza con los Ensayos de Michel de Montaigne (1595) y culmina en la obra de Kant (1785), Reid (1788) y Bentham (1789).
2) Durante la segunda etapa, la filosofía moral se dedicó sustancialmente a crear y defender la concepción de la autonomía individual, haciendo frente a nuevas objeciones e ideando alternativas. Este período va desde la asimilación de la obra de Reid, Bentham y Kant hasta el último tercio de este siglo.
3) Desde entonces, los filósofos morales han desplazado la atención del problema del individuo autónomo hacia nuevas cuestiones relacionadas con la moralidad pública.
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